
Jueves Santo: Misa de la Cena del Señor
Jueves Santo: Misa de la Cena del Señor
Homilía del Papa Juan Pablo II
Basílica de San Juan de Letrán Jueves Santo 12
de abril de 1979
1. Ha llegado la “hora” de Jesús. Hora de su
paso de este mundo al Padre. Comienza el triduo sacro. El misterio pascual,
como cada año, se reviste de su aspecto litúrgico, comenzando por esta Misa,
única durante el año, que lleva el nombre de “Cena del Señor”.
Después de haber amado a los suyos que estaban en el
mundo, “los amó hasta el fin” (Jn 13, 1). La última Cena es
precisamente testimonio del amor con que Cristo, Cordero de Dios, nos ha amado
hasta el fin.
En esta tarde los hijos de Israel comían el cordero,
según la prescripción antigua dada por Moisés en la víspera de la salida de la
esclavitud de Egipto. Jesús hace lo mismo con los discípulos, fiel a la
tradición, que era sólo la “sombra de los bienes futuros” (Heb 10,
1), sólo la “figura” de la Nueva Alianza, de la nueva Ley.
2. ¿Qué significa “los amó hasta el fin”?
Significa: hasta el cumplimiento que debía realizarse mañana, Viernes Santo. En
este día se debía manifestar cuánto amó Dios al mundo, y cómo, en el amor, se
ha llegado al límite extremo de la donación, esto es, al punto de “dar a
su unigénito Hijo” (Jn 3, 16). En ese día Cristo ha mostrado que no hay
“amor mayor que éste de dar uno la vida por sus amigos” (Jn 15, 13).
El amor del Padre se reveló en la donación del Hijo. En la donación mediante la
muerte.
El Jueves Santo, el día de la última Cena, es, en
cierto sentido, el prólogo de esta donación; es la preparación última. Y en
cierto modo lo que se cumplía en este día va ya más allá de tal donación.
Precisamente el Jueves Santo, durante la última Cena, se manifestaba lo que
quiere decir: “Amó hasta el fin”.
En efecto, pensamos justamente que amar hasta el fin
signifique hasta la muerte, hasta el último aliento. Sin embargo, la última
Cena nos muestra que, para Jesús, “hasta el fin” significa más allá
del último aliento. Mas allá de la muerte.
3. Este es precisamente el significado de la
Eucaristía. La muerte no es su fin, sino su comienzo. La Eucaristía comienza en
la muerte, como enseña San Pablo: “Cuantas veces comáis este pan y bebáis
este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que El venga” (1 Cor 11,
26).
La Eucaristía es fruto de esta muerte. La recuerda
constantemente. La renueva de continuo. La significa siempre. La proclama. La
muerte, que ha venido a ser principio de la nueva venida: de la resurrección a
la parusía, “hasta que El venga”. La muerte, que es
“sustrato” de una nueva vida.
Amar “hasta el fin” significa, pues, para
Cristo, amar mediante la muerte y más allá de la barrera de la muerte: ¡Amar
hasta los extremos de la Eucaristía!
4. Precisamente Jesús ha amado así en esta última
Cena. Ha amado a los “suyos” —a los que entonces estaban con El— y a
todos los que debían heredar de ellos el misterio:
V
Las palabras que ha pronunciado sobre el ‘pan,
V
las palabras que ha pronunciado sobre el cáliz, lleno de vino,
V
las palabras que nosotros repetimos hoy con particular emoción y que
repetimos siempre cuando celebramos la Eucaristía, ¡son precisamente la
revelación del amor a través del cual, de una vez para siempre, para todos los
tiempos y hasta el fin de los siglos, se ha repartido a Sí mismo!
Antes aún de darse a Sí mismo en la cruz, como
“Cordero que quita los pecados del mundo”, se ha repartido a Sí mismo
como comida y bebida: pan y vino para que “tengamos vida y la tengamos en
abundancia” (Jn 10, 10).
Así El “amó hasta el fin”.
5. Por lo tanto, Jesús no dudó en arrodillarse delante
de los Apóstoles para lavar sus pies. Cuando Simón Pedro se opone a ello, Él le
convenció para que le dejara hacer. Efectivamente, era una exigencia particular
de la grandeza del momento Era necesario este lavatorio de los pies, esta
purificación en orden a la comunión de la que habrían de participar desde aquel
momento.
Era necesario. Cristo mismo sintió la necesidad de
humillarse a los pies de sus discípulos: una humillación que nos dice tanto de
El en ese momento. De ahora en adelante, distribuyéndose a Sí mismo en la
comunión eucarística, ¿no se abajará continuamente al nivel de tantos corazones
humanos? ¿No los servirá siempre de este modo?
“Eucaristía” significa
“agradecimiento”.
`”Eucaristía” significa también
“servicio”, el tenderse hacia el hombre: el servir a tantos corazones
humanos.
“Porque yo os he dado el ejemplo, para que
vosotros hagáis también como yo he hecho” (Jn 13, 15).
¡No podemos ser dispensadores de la Eucaristía, sino
sirviendo!
6. Así, pues, es la última Cena. Cristo se prepara a
irse a través de la muerte, y a través de la misma muerte se prepara a
permanecer.
De esta forma la muerte se ha convertido en el fruto
maduro del amor: nos amó “hasta el fin”.
¿No bastaría aun sólo el contexto de la última Cena
para dar a Jesús el “derecho” de decirnos a todos: “Este es mi
precepto: ¿que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15, 12)?